Castigar es "obligarte a hacer algo que te fastidia, porque has hecho algo que a mi no me gusta", es decir el motivo es: Me molesta.
Corregir es "obligarte a hacer algo que aunque no te guste te mejora", es decir el motivo es: Por tu bien.
Castigar es "Adiestrar" y corregir es "Educar", se adiestra a los animales y se educa a las personas. El problema es que hasta ahora, tanto la ley como la educacion han ido en la linea del "adiestramiento", al delincuente se le castigaba y al niño malo también. Pero la experiencia nos confirma que somos algo mas que animales y aunque a veces el método tradicional da resultados, los niños siguen siendo malos y los delincuentes reinciden...
¿Y cual es la solución? Pues muy fácil, en vez de castigar, APRENDER A CORREGIR, es decir APRENDER A EDUCAR,el problema es que no solemos tener modelos porque a casi todos nos han "castigado" y tendemos a copiar el modelo educativo de nuestros padres.
Se educa cuando se premia o se corrige en la misma linea de lo que queremos fomentar o mejorar, esto quiere decir que premiar con dinero (que es algo material) unas buenas notas (que es algo intelectual) no seria correcto, como tampoco lo es ponerle una multa (algo material) a un menor que ha atropellado a una persona mayor (respeto a los demás) y esto es lo que pone en practica el juez de menores Emilio Calatayud. Cuando un menor hace una pintada, lo obliga a quitarla y no a pagar la multa (que normalmente lo haría el padre) porque eso le ayuda a corregirse, restituir es borrar el mal causado. A continuación os pongo un enlace del juez, disfrutarlo.
viernes, 22 de febrero de 2013
¿ES POSIBLE CAMBIAR?
Dicen que las personas mejoramos o empeoramos,pero no cambiamos nunca. Os podría contar mil historias de mejoras tan grandes, que cambia no solo el aspecto, sino algo mas profundo como la mirada.Vino a consultoría Gema, la primera vez que la vi era una mujer tímida escondida detrás de unos inmensos ojos negros, no se la veía feliz a pesar de tener un marido que la quería, dos hijos y un negocio propio.Le preocupaba su hija de 10 años,su amiga del alma la dominaba y le hacia sufrir."Yo sé lo que es eso, lo vivo a diario con mi madre". Le dije que tenia que cambiar ella con respecto a su madre para darle un modelo nuevo a su hija, nos copian, asumen que nuestro comportamiento es el que tienen que imitar y tenemos que darles ejemplo, enseñarles como se dice que no, con cariño y con firmeza a quien quieres y esta haciendo algo que te pejudica. Lo entendió. Necesitamos razones poderosas y verdaderas para cambiar, Viktor Frank decía: "Quien tiene un porqué, encuentra un como" y por los hijos somos capaces de hacer cosas que no haríamos por nosotros mismos, ellos nos hacen mejores. Hoy he visto una mujer nueva, me ha costado reconocerla ya no tenia miedo, su sonrisa la iluminaba. Me ha contado que poco a poco ha ido poniendo las cosas en su sitio, se dio cuenta que ella tiene que respetar a su madre pero no puede consentirle que se meta en su vida, empezó a decirle las cosas claras con cariño y "¿sabes lo que ha ocurrido?, que lo que yo mas temía era que se enfadara y en vez de eso !me ha dado las gracias y me ha pedido perdon¡","es la primera vez en toda mi vida que mi madre me pide perdón", "pero lo mejor es que mi hija ha hecho lo mismo con su amiga, ¿como lo sabias?"...!Gajes del oficio¡ y como hablamos de madres y sabemos que lo hacen todo lo mejor que saben y pueden, os brindo esto para que os riáis un rato:
Es frecuente
escuchara los padres quejarse de lo mal
que se llevan entre sí los hermanos. Y, si son varones y no se llevan mucho
tiempo, la mala relación pasa directamente a convertirse en una gresca física
que se repite casi a diario. Los datos que hemos recogido en nuestra consultoría reflejan que la disfunción más frecuente hasta los 12
años, tanto en niños como en niñas, son los celos entre hermanos y, de forma
mayoritaria, de un mayor hacia un menor.
Naturalmente, a los padres les duele que se lleven mal o que se peguen
y lo normal es que reaccionen castigándolos. Pronto comprueban que así no
arreglan nada y terminan confiando en que se llevarán mejor cuando se hagan
mayores… Desengañémonos: casi nunca funciona.
Porque lo cierto es
que el amor entre hermanos es una relación que tiende a menguar–por pura estadística- y únicamente en casos
especiales crece con el tiempo. En Andalucía, donde vivo, hay un dicho cruel
pero verdadero –sólo al 50%, como todo el saber popular– que pregunta con
malicia «pero, ¿han partido ya?” cuando alguien habla de lo bien que se llevan
los hermanos de una familia. Efectivamente, el reparto de herencias entre los
adultos es un espejo a escala de lo que fue la relación entre aquellos niños.
No sólo no hay que
poner en manos del tiempo la solución a la mala relación entre nuestros hijos; hay
que actuar hoy y ahora. Y la fórmula
para hacerlo es, en su expresión más resumida, hacer que cada uno de tus hijos
se sienta importante en la casa.
Pero si bien de esta
manera evitamos los celos, no estamos promoviendo el cariño entre los hermanos.
Los padres no podemos dejar escapar una ocasión tan magnífica para enseñar a
nuestros hijos la lección educativa más
importante y necesaria de toda su vida: no la aprenderán de ningún libro ni en
ningún máster. Y no podrán ser felices sin ella. Nos referimos a enseñarles a querer.
A querer se enseña,
y se aprende. ¿Dónde? En el mismo lugar que se aprende todo lo básico para la supervivencia
humana: en la familia. Y, como todo lo importante, se aprende «haciendo». Se
aprende a sonreír sonriendo. A trabajar trabajando. A querer a un hermano queriéndole.
Dejarle un juguete, leerle un cuento o acompañarle cuando está enfermo en la
cama son muestras sencillas pero rotundas de cómo puede querer un niño a su
hermano.
Nuestros hijos necesitan un modelo, para lo
bueno o para lo malo: o lo somos nosotros, o lo buscarán (y a fe que lo
encontrarán) fuera. Por eso, antes de nada
nuestro hijo se tiene que sentir querido, y a partir de ahí, debe querer él.
Y por orden. Primero debe aprender a querer a sus padres e inmediatamente
después a sus hermanos. No existe
ninguna causa por la que nuestros hijos no puedan quererse entre ellos.
El cariño de nuestros
hijos por nosotros y sus hermanos es un termómetro estupendo de nuestra
eficacia educativa y de sus posibilidades reales de ser feliz.
Tenía sólo 9 meses y ya era el rey. El rey de la casa. Pero más que un rey, era un tirano que sometía a sus padres. Vivían pendientes de él, no tenían vida propia. Su único objetivo era "que no llore mi niño". El argumento para hacerlo, "no puedo soportar verle sufrir". Y lo conseguido hasta la fecha era frustrante. No só no contenían sus lloreras; no podían ir a ningún sitio. Espurreaba la papilla, les pegaba, gritaba. Era un salvaje. "¡No sabemos qué hacer con el!", me dijeron en la primera consulta.
Primero procuré quitarles la preocupación. Nadie nos enseña a educar y es algo que, sin embargo, se puede aprender. Aprendemos a ser abogados, ingenieros, psicólogos, profesores... Pero ser padres no se estudia; es pura práctica. Y necesitamos saber cómo actuar y que nos apoyen para hacerlo.
He notado que el mero hecho de que existan profesionales a los que consultar tranquiliza tanto a la mayoría de padres que cambian de actitud, se relajan y empiezan a educar mejor. No hay nada peor que educar con miedo, con mentalidad de esclavo, con la idea de vivir para hacer el capricho de los hijos. Una cosa es cubrir sus necesidades, y otra muy distinta transmitirles que ellos mandan en nuestra vida. Son los niños los que se tienen que adaptar a la vida de los padres, no al revés.
Los niños necesitan normas para crecer seguros. Normas de higiene, de alimentación, de comportamiento, y somos los padres los que decidimos cuándo y cómo: ellos se adaptan. ¿Acaso algún niño se queda sin bañar porque no le guste el agua? Si les obligamos a hacer lo que nos parece importante, ¡no le dejemos hacer lo que nos parece mal!¡Aunque llore! Si una lágrima puede con una convicción, igual es que esa convicción no merecía ser llamada así.
Quizá tengamos que repasar lo que queremos para nuestro hijo: ¿que haga siempre lo que le apetezca, aunque le perjudique, o que sepa elegir bien, aunque le cueste? Como dice mi "esteticiene": "hacer un niño es muy fácil, hacer una persona, no". El equilibrio entre exigencia y cariño es la fórmula del éxito. Ni padres espartanos ni padres esclavos: la virtud está en el termino medio, en el equilibrio.
La ventaja de venir a consultoría cuanto antes es que los resultados son inmediatos y tengo la suerte de ver la evolución de los niños, se nota mucho cuando los padres hacen un buen trabajo. El tirano de antes es hoy un niño buenísimo de 4 años. Tanto es así que hace poco un día alguien dijo: "¡este niño es así de bueno de nacimiento!", y el padre, que es abogado, le contestó: ¿de nacimiento? ¡Ni hablar! ¡Mi hijo era un delincuente profesional de 9 meses!
Uno de los mayores tiranos de la historia fue educado por esclavos: Calígula. ¡Que no se repita la fórmula!
Espero que este vídeo os ayude.
Hoy os quiero dejar el email que le contesté el otro día a una clienta. Es mujer y es madre. Para mí, habla de lo que de verdad nos lleva a sacar fuerzas para levantar nuestras familias. Al final, en ellas rigen leyes distintas a las del resto del mundo, y razones que no entiende la cabeza, como decía Pascal. De todas formas, creo que no hacen falta muchas explicaciones para entenderlo. Espero que os guste.
Te
pido disculpas por mi dureza, quizás he sido demasiado cruda en mis palabras. Como
tú, yo me he pasado mucho tiempo queriendo "comprender", saber "por qué". Me gustaría poder ahorrarte el sufrimiento, a ti y a todas las personas que
atiendo en la consultoría.
¿Sabes? Mi
experiencia es que no todo pasa por la cabeza: es demasiado pequeña para
que le quepa el corazón. Por eso estoy convencida de que es más efectivo "asumir" que
"comprender".
Pero no todo debe quedarse en ese esfuerzo por aceptar con lo que tenemos que vivir. Hay que
mejorar. Por eso la pregunta adecuada no es "¿por qué?", sino "¿para qué?". "¿Para qué me ocurre esto?" en vez de "¿por qué me ocurren las cosas?". La idea es encontrar qué tengo que aprender de esta situación para mejorar. Nadie nos merecemos
lo que nos pasa, sea bueno o sea malo. La vida no es justa. Al final, cuando llueven se mojan igual, los buenos y los malos.
Te mando
este vídeo que me ha impactado, porque creo que es lo que nos pasa a todos:
uno quiere decir una cosa y el otro entiende justo la contraria.
Mucha paciencia (que es la perseverancia en el bien) y muuucho cariño por los tuyos.
El pasado miércoles ABC me publicó esta reflexión sobre el amor y el matrimonio en su sección de Familia. ¿Qué os parece?
El matrimonio, una carrera de fondo
Siempre me ha parecido que los cuentos terminan donde la vida empieza. El cuento comienza cuando podemos ver los problemas que vendrán, pero no somos capaces de imaginarlos más grandes que nuestro amor. Porque el amor lo puede todo. Y es verdad. Por eso, cuando ya no podemos con nada, es que hemos llegado al desamor. En ese momento, no faltan voces que dicen que es hora de continuar por nuestra cuenta y poner punto final al cuento. Ya lo han hecho 235.000 personas este año. La ruptura es, en muchos casos, la consecuencia de entender el amor como una emoción y no como un acto de la voluntad. Entonces el desamor, cuando ya no buscamos de forma espontánea el bien de la otra persona, es un argumento demoledor: Si ya no te quiero, ¿por qué seguir juntos? Sabemos que estamos bioquímicamente diseñados para optimizar la comunicación y obviar lo negativo cuando estamos enamorados. El amor sentimental, como dice Eduard Punset, «pervive el tiempo necesario para alcanzar los fines evolutivos de engendrar y cuidar y de los hijos: unos siete años». Mientras dura, lo ensalza todo. El desamor, sin embargo, funciona como un cáncer. Es la degeneración de un elemento positivo que destruye todo a su alrededor. La ruptura es, entonces, la única salida aparente. Por esto, el amor que sobrevive a la dictadura de la química es el que es capaz, como decía Aristóteles, de buscar el bien del otro. ¿Cómo hacerlo, cuando ya no sentimos el impulso natural de querer hacerle feliz? La única manera de decir “sí” cuando el cuerpo dice “no” es utilizar la voluntad: querer. Eso es la voluntad de amar: querer querer. «Los primeros kilómetros los corres con el cuerpo. El resto, los corres con la cabeza». Esta afirmación hecha por un corredor de ultramaratones tiene aquí pleno sentido, porque la vida en pareja, el matrimonio y la familia, son carreras de fondo. Podemos abandonar cuando nos duelan los músculos; tendremos razones, tendremos apoyo. Pero también hemos de saber que el amor, la búsqueda del beneficio mutuo que nos unió, puede tener mejor final que el de cualquier cuento. Y que llegar a la meta depende de nosotros mismos.
Ayuda mucho conocer la realidad y este video la cuenta de forma muuy divertida, espero que os guste.
“Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”, dijo Arquímedes. Consigue la
motivación apropiada y moverás a la persona, esa es la fuerza, la auténtica
fuerza que mueve voluntades. Hay un refrán que dice que se consigue más “con
miel que con hiel” y voy a contaros una anécdota que ocurrió con un niño de 3
años. Después de recibir esta información, la madre empezó a pensar cómo podía
motivar positivamente a su hijo que tenía un problema diagnosticado por el pediatra:
“estreñimiento psicológico”. El asunto se había convertido en un “drama”
familiar, de manera que cuando el niño por fin iba al baño, ¡hasta la abuela lloraba de emoción!
La madre pensó: “motivación positiva”. ¿Qué es lo que mas le
gusta a mi hijo? ¡El Real Madrid! Cuando sale alguna noticia, le tengo que
llamar y viene corriendo a verlo en la televisión… ¡Y se le ocurrió una idea genial!
Un día, cuando llegó a casa, esperó que pusieran los deportes, llamó
a su hijo y le contó: ¿sabes lo que han dicho? ¡que los del Real Madrid
hacen “caca” todos los días! Y de pronto vio que su hijo salio corriendo y al
ratito volvió y le dijo: ¡mamá ya soy del Real Madrid!
Imaginaos la satisfacción de la madre, y su enorme sorpresa cuando a la mañana siguiente lo primero que hizo fue ir al cuarto de
baño para "¡ser del Real Madrid todo el día!”.
A veces se nos olvida que los niños son niños y que lo
aprenden todo jugando. Jugar siempre tiene que ser divertido y, cuando
desdramatizamos tanto nuestra vida como la suya, mejoran.
Para terminar, y para que os riáis un poquito, os he puesto este vídeo que se
titula “por qué las mujeres dominarán el mundo”: