El pasado miércoles ABC me publicó esta reflexión sobre el amor y el matrimonio en su sección de Familia. ¿Qué os parece?
El matrimonio, una carrera de fondo
Siempre me ha parecido que los cuentos terminan donde la vida empieza. El cuento comienza cuando podemos ver los problemas que vendrán, pero no somos capaces de imaginarlos más grandes que nuestro amor. Porque el amor lo puede todo. Y es verdad. Por eso, cuando ya no podemos con nada, es que hemos llegado al desamor. En ese momento, no faltan voces que dicen que es hora de continuar por nuestra cuenta y poner punto final al cuento. Ya lo han hecho 235.000 personas este año. La ruptura es, en muchos casos, la consecuencia de entender el amor como una emoción y no como un acto de la voluntad. Entonces el desamor, cuando ya no buscamos de forma espontánea el bien de la otra persona, es un argumento demoledor: Si ya no te quiero, ¿por qué seguir juntos?
Sabemos que estamos bioquímicamente diseñados para optimizar la comunicación y obviar lo negativo cuando estamos enamorados. El amor sentimental, como dice Eduard Punset, «pervive el tiempo necesario para alcanzar los fines evolutivos de engendrar y cuidar y de los hijos: unos siete años». Mientras dura, lo ensalza todo.
El desamor, sin embargo, funciona como un cáncer. Es la degeneración de un elemento positivo que destruye todo a su alrededor. La ruptura es, entonces, la única salida aparente. Por esto, el amor que sobrevive a la dictadura de la química es el que es capaz, como decía Aristóteles, de buscar el bien del otro. ¿Cómo hacerlo, cuando ya no sentimos el impulso natural de querer hacerle feliz? La única manera de decir “sí” cuando el cuerpo dice “no” es utilizar la voluntad: querer. Eso es la voluntad de amar: querer querer.
«Los primeros kilómetros los corres con el cuerpo. El resto, los corres con la cabeza». Esta afirmación hecha por un corredor de ultramaratones tiene aquí pleno sentido, porque la vida en pareja, el matrimonio y la familia, son carreras de fondo. Podemos abandonar cuando nos duelan los músculos; tendremos razones, tendremos apoyo. Pero también hemos de saber que el amor, la búsqueda del beneficio mutuo que nos unió, puede tener mejor final que el de cualquier cuento. Y que llegar a la meta depende de nosotros mismos.

Que verdad q es una carrera de fondo a la q hay que ponerle cariño y constancia, para no perder el ritmo. Gracias por tu blog me gusta mucho
ResponderEliminarMe anima muchisimo tu comentario. Gracias!
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